miércoles, 5 de agosto de 2009

La magia de nuestra lengua

DÍGALO CON RIMA Estaban unos compadres del campo, de visita en la ciudad. De repente les empezó a dar hambre ya como a las tres de la tarde, y comenzaron a buscar un restaurante en donde comer. Entonces, encontraron un lugar llamado 'Restaurante Pida con Poesía y se les atenderá con Cortesía'. Los compadres decidieron entrar al lugar y comer ahí. Se sentaron en una mesa y comenzaron a hablarle a los meseros, pero estos no les hacían caso. Pasó un mesero a su lado y los compadres decían: 'Mesero, Mesero...' Y no les hacían caso. Pasó otro mesero y los compadres: '¡Mesero!, ¡Mesero! sin obtener respuesta alguna. Los compadres, ya furiosos al sentirse desplazados por ser del campo,están a punto de abandonar el lugar cuando de pronto entran al Restaurante un señor ya grande con una jovencita y se sientan en una mesa junto a los compadres. El señor alza la mano y grita: 'Lero, lero... ¡señor mesero!' El mesero llega al punto: 'A sus órdenes ilustre caballero. Aquí está su mesero, que los atiende con esmero.' El señor le dice: ' Para mi sobrina, cuyo nombre es Josefina, traiga un caldo de gallina. Y para mi, que me llamo José, traiga una taza de café' El mesero apunta la orden y se retira. Los compadres asombrados,entienden de que se trata el asunto, y después de un momento de ponerse de acuerdo deciden poner en práctica lo escuchado. 'Lero, lero... ¡mesero culero!' Se acerca un mesero inmediatamente. 'A sus ordenes, pinches rancheros' ' Para mi compadre, una carne asada, hijo de la chingada, y para mi unos huevos con jamón grandísimo cabrón' El mesero, queriéndoles devolver los insultos remata: '¿Con ensalada? hijos de la chingada' 'Si, pero sin vinagre, ¡hijo de tu pinche madre!!! Verso sin esfuerzo

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